Ampliando la mirada: del hacer al pensar y sentir

hacer pensar sentir

Ser educador/a es apasionante. Acompañamos a infantes y jóvenes en el proceso del descubrimiento de uno mismo y del mundo. La relevancia de ésta tarea invita a plantear de qué forma conectamos y nos relacionamos con los pequeños y jóvenes. Preguntarse donde fijamos la atención cuando observamos puede ser un buen punto de partida para revisar nuestra intervención.

Los educadores/as percibimos, con más o menos facilidad, las conductas de los infantes y jóvenes. Un niño que insulta y agrede en el patio, una chica que no participa en una actividad, un grupo de pequeños que ha recogido el material del aula, un grupo de adolescentes que se queja del trato de los maestros… Y ésta valoración necesaria, pero parcial, solamente recoge información visible, sin tener presente de dónde parten estos comportamientos. En función del juicio que realizamos sobre estos comportamientos (y de las emociones que nos acompañan durante este proceso), aplicamos una intervención como mesura para modificar y/o cambiar estos comportamientos. A veces, un castigo.

Si profundizamos en la cuestión, es necesario determinar que observar exclusivamente los comportamientos de los niños y jóvenes implica que nuestras valoraciones e intervenciones sean parciales, ya que no atienden las necesidades reales (individuales y/o colectivas). Es necesario, pues, una mirada más amplia por parte de los educadores/as.

Ampliar la mirada nos permite identificar las emociones y pensamientos que han movido un infante o un grupo hacia un comportamiento. Una mirada que conecta los ojos con el corazón permite captar que el niño que chilla puede ser que lo hace porque siente rabia de como le trata un compañero; la chica no participa porque quizá está

En resumen, ampliar la mirada es ir más allá del HACER, para captar emociones y creencias que nos mueven cabe una conducta. Es descubrir el SENTIR y el PENSAR de un mismo y de los otros. Ser consciente de la propia mirada es el primer paso para ampliarla, si nos hace falta. Ya nos avisa el Principito…“No se ve bien más que con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos”. Así pues, incluimos el corazón en nuestra mirada educativa.
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Carles Porrini
Carles Porrini

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