¿Qué aporta la Mediación a la Educación Emocional?

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¿Qué aporta la Mediación a la Educación Emocional?

En los últimos años y cada vez más, sentimos a hablar de la mediación como herramienta para gestionar conflictos a las escuelas. Esta es sin duda una herramienta muy interesante, tanto para gestionar conflictos presentes como para prevenir de futuros, pero también es una vía excelente para poner en juego aspectos fundamentales de la educación emocional.

Mediación escolar y educación emocional van del brazo desde el momento que se visualiza el conflicto como una ocasión educativa, de formación y de crecimiento personal. Ambas se retroalimentan y se fortalecen mutuamente a través de la vivencia porque, de hecho, la mediación implica poner en el tablero de juego muchas de las competencias que se potencian desde la educación emocional.

Ahora bien, ¿qué aporta la mediación a la educación emocional?

Podríamos pensar que para hacer una mediación basta de conocer las fases y el planteamiento. No debe ser tan complicado, ¿no? Al final, si los dos agentes en conflicto están sentados a la misma mesa a buen seguro ya están dispuestos a llegar a un acuerdo.

La cosa, evidentemente, no va por aquí. Estar capacitado para realizar una mediación va mucho más allá que aprender una técnica. Implica también formarse como persona y diría que, sobretodo, implica crecimiento emocional.

Formar parte de una mediación, como mediado, implica igualmente mucho más que exponer los propios puntos de vista. Implica levantar la mirada para ver el otro y buscar nuevas formas de comunicación y relación que nos ayuden a encontrar una solución válida para todo el mundo.

Concretamos pues, alguna de las aportaciones de la mediación a la educación emocional:

La mediación potencia que se integren unos patrones de comunicación asertiva

El estilo comunicativo influye en gran medida en el origen, desarrollo y gestión de un conflicto. Unos mediadores con estilos agresivos podrían no conseguir nada más que añadir leña en el fuego, igualmente, unos mediados pasivos difícilmente podrían lograr un acuerdo satisfactorio para a todos.

La mediación requiere unos canales de comunicación adecuados que favorezcan la fluidez del proceso. Este es, pues un requisito indispensable en cualquier buen mediador que, además de aplicarlo en primera persona, tendrá que facilitar el entorno porque todos los implicados respeten esta necesidad.

La mediación mejora la consciencia emocional

Las emociones forman parte del conflicto. Un buen mediador no tan solo no las puede ignorar sino que tiene que aprender a abrazarlas desde la no-implicación y el respeto. No es sencillo, requiere práctica.

Hay que saberlas identificar adecuadamente. Porque es frecuente que junto con la emoción mostrada coexistan otras emociones no expresadas que nos ayuden a comprender el conflicto con una amplitud y profundidad más grande.

En este punto, el mediador es también un facilitador en el proceso de consciencia emocional de los mediados.

La mediación ejercita la empatía

La mediación requiere, para a todos los implicados, la necesidad de ponerse al lugar del otro. Sin perder de vista las necesidades propias, hay que tener en cuenta el otro para poder llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso.

Este es, indudablemente, un gran ejercicio de empatía, imprescindible para la mediación.

La mediación favorece la regulación emocional de todos los implicados

El mediador vive una situación complexa a lo largo del proceso. Por un lado tiene que animar los mediados que expongan y compartan sus emociones mientras las gestiona para facilitar que el proceso fluya. De la otra, también tiene que gestionar sus propias emociones de forma adecuada porque no interfieran en el proceso, procurando de no inundarse de las emociones de los mediados.

Los mediados, por su parte, tienen que regular las emociones –ineludiblemente presentes en el proceso– de forma adecuada para evitar que eclipsen el proceso de mediación.

La mediación facilita la responsabilidad individual y la proactividad

En la mediación, el conflicto no está en el foco sino que, a medida que va avanzando el proceso, mediador y mediados van fijando la mirada en un objetivo común, que es el de encontrar una solución satisfactoria para todas las partes.

El mediador facilita que se pueda ver el conflicto como aquello que nos ha llevado aquí, y que los mediados se puedan plantear: a partir de aquí, ¿qué puedo hacer yo para cambiarlo? ¿Qué puedo aportar?…

La mediación empodera a mediadores y mediados

Los mediadores son los verdaderos y únicos guías de todo el proceso. Lo hacen a la sombra, cediendo el protagonismo a los mediados, pero con un papel clave. En sus manos tienen la gestión del proceso de una manera adecuada, pero a la vez también se convierten en agentes transformadores.

Los mediadores son empoderados mediante el aprendizaje de la técnica y por el hecho de potenciar sus competencias emocionales. A la vez, se convierten en agentes transformadores, que empoderaran todas aquellas personas que utilicen la técnica de la mediación como herramienta para gestionar conflictos.

Conclusiones

La mediación va mucho más lejos de ser una estructura en la gestión del conflicto, puesto que aporta un bien que en Educación Emocional es muy importante: la vivencia.

A través de esta vivencia los agentes implicados pueden poner en juego, transferir aprendizajes y hacer crecer competencias que de otro modo podrían no interiorizarse. Por lo tanto, la mediación ayuda a dar forma, a regar y hacer crecer esta semilla que pone la educación emocional en cada una de las actividades realizadas.

Paralelamente, y mirando más allá del acto puntual de la mediación, la mediación nos muestra nuevos modelos para gestionar conflictos presentes y futuros y por tanto, en el ámbito escolar, acontece una herramienta muy valiosa para potenciar el crecimiento personal, de grupo y de la institución.

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